Antiguamente, los barceloneses utilizaban la piedra de Montjuïc de la catedral y otros edificios públicos para afilar sus cuchillos, dejando unos marcados surcos que aúb se conservan en las fachadas. Esta es la historia de hoy de mi serie Barcelona Secreta en Lavanguardia.com. Podéis leerlo en el siguiente enlace:
Los afiladores populares de la catedral